En el siglo XIII Pleitas fue lugar de señorío de Ximeno de Arenoso. En 1266 su viuda, doña Elpha Pérez, donó la villa y su castillo a la Orden de San Juan de Jerusalén. Esta donación no estuvo exenta de polémica, ya que en 1272 el Justicia de Aragón sentenció sobre el reconocimiento de los derechos de la Orden de San Juan, en relación con las discrepancias surgidas con García Ortiz de Azara, produciéndose la entrega del castillo y villa de Pleitas al Comendador de Zaragoza poco tiempo después, concretamente en 1274. Desde este momento la villa de Pleitas estuvo vinculada a la Orden de San Juan de Jerusalén, con lazos de dependencia señorial, durante más de quinientos años. Esta población,
como sucedió con muchas poblaciones del valle del Jalón,
estuvo habitada por musulmanes, así lo prueba un reconocimiento,
en 1498, a favor del señor de Luceni, por parte de la aljama de
moros de Pleitas. Con la expulsión de los moriscos, acaecida en
1610, Pleitas debió quedarse casi despoblada, siendo necesaria
la captación de nuevos pobladores, los cuales aceptaron en 1616
las heredades y tierras que les correspondieron. No es mucho lo que
se conoce sobre del pasado de Pleitas. Las notas anteriormente expuestas
pueden ser el punto de partida para sucesivos trabajos de investigación,
que permitan un mayor conocimiento de las particularidades de esta antigua
población aragonesa. Lo que sí podemos afirmar es la larga
vinculación con la Orden de San Juan de Jerusalén, seguramente
hasta la primera parte del siglo XIX, coincidiendo este momento con el
proceso de disolución del régimen señorial en España,
y el carácter eminentemente agrícola de la población,
en la que jugó un importante papel el regadío.
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